Un filón valiososo del mercado sexual lo constituyen las adolescentes que cursan la secundaria o el bachillerato, entre los 15 y 18 años. A temprana edad, las muchachas japonesas se hacen con buscapersonas y móviles que la fiera competencia comercial pone en sus manos a precios razonables y que el elevado poder adquisitivo de la sociedad puede solventar.
Las jóvenes llaman a los servicios de búsqueda, operados por proxenetas de la mafia japonesa, a través de los que se contactan con hombres mayores, quienes alquilan un cubículo telefónico en el mismo club o pagan la conexión desde un lugar más remoto.
Conciertan una cita en una cafetería o les dejan un número de buscapersonas para recibir los mensajes del patrón. De esa manera, las muchachas pueden controlar las llamadas y pasar inadvertidas en casa.
Las citas no siempre terminan en relaciones sexuales, pero las adolescentes reciben por sesión entre 20 y 40 mil yenes (23 y 46 mil pesetas), dinero que destinan, por lo general, a la compra de ropa, accesorios de marca o cosméticos. Muchos de estos productos sólo pueden usarlos fuera de casa para no despertar sospechas familiares.
Más abajo, el afiche reza que cualquiera de las partes involucradas, adultos o menores, deberán rendir cuentas ante la Justicia por violar las leyes vigentes contra el comercio sexual.
Las penas comprenden presidio menor y multas que no sobrepasan los 10.000 yenes (12.000 pesetas).
Las penas comprenden presidio menor y multas que no sobrepasan los 10.000 yenes (12.000 pesetas).
Según información obtenida de las páginas: http://www.sexologia.com/index.asp?pagina=http://www.sexologia.com/culturasexual/prostitucion.htm
Una encuesta reciente del Gobierno Metropolitano de Tokio, efectuada a más de 1.300 estudiantes de secundaria y bachillerato de 110 establecimientos educacionales, reveló que un 25% de los estudiantes había utilizado, por lo menos en una oportunidad, un servicio telefónico de concertación de citas.
De las 527 adolescentes que respondieron, el 14% señaló que había hecho más de 21 llamadas. En otra consulta, destinada a conocer el arraigo social del fenómeno, 24 de las 840 estudiantes encuestadas señaló haber concertado, al menos una vez, una cita con un varón adulto.